Los argivos han levantado el sitio de Tebas tras la muerte de Eteocles y Polinices. Antígona llama a Ismene y pide su colaboración, pues ha decidido incumplir la orden de Creonte. Esta se niega y decide actuar sola.
El coro se alegra por la partida de los argivos y recuerda la mala conducta de Polinices por haber puesto a Tebas en peligro.
Creonte anuncia el edicto que ha ordenado proclamar en relación a Eteocles y Polinices. El coro no lo aprueba, pero lo acepte sumisamente. Un guardián se presenta anunciando que alguien ha cubierto con tierra el cadáver de Polinices. Creonte le despide con la amenaza de muerte para él y sus compañeros si no descubren al culpable.
El coro entona un canto al hombre, el ser más admirable de la creación, dueño de todo. Solo se ve incapaz de hacer frente a la muerte. Será feliz si observa las leyes divinas y humanas.
Antígona es conducida ante Creonte y defiende su acción. Este la condena a muerte. Ismene defiende la acción de Antígona y está a punto de ser también condenada a muerte.
El coro reflexiona sov¡bre el poder de los Labdácidas. Antígona e Ismene son su última esperanza y ahora están condenadas.
Hemón discute acaloradamente con su padre Creonte y abandona bruscamente la escena. Creonte ordena encerrar viva a Antígona en un a cueva.
El Coro compadece a la joven Antígona que se dirige a la muerte.
Antígona comenta con el coro su desgraciado destino, se compara con Níobe y recuerda las desgracias de su familia. El coro trata de consolarla y Creonte ordena que no se demore más el cumplimiento de su orden.
Otras tres personas de sangre real ya sufrieron antes un destino semejante al de Antígona: Dánae, Licurgo y Cleopatra. Ningún mortal puede hacer frente a su destino.
Tiresias advierte de las señales de la cólera divina. Creonte le acusa de estar detrás de un complot contra él. Ante los terribles vaticinios de Tiresias, Creonte decide al fin dar sepultura a Polinices y liberar a Antígona.
En tono alegre el coro invoca la presencia de Baco, protector de Tebas.
Se suceden la muerte de Antígona, Hemón y Eurídice. Creonte se lamenta arrepentido